La semana del derbi, decisiva en la pelea por la Liga. El Atleti y el Real Madrid han firmado un empate que no satisface a nadie.
El derbi empezó el lunes. Era de noche. Sonaba mi teléfono y en aquel tono aguardaban buenas noticias. Sí. Aquella llamada sólo deparaba el mejor aviso de todos. Una entrada para el derbi. Durante la semana esperando al viernes. No me lo podía creer.
Viernes. Media tarde. Yo iba a ir al primer derbi en el Wanda Metropolitano. Vuelvo a casa. Es inevitable acordarme de él. De mi padre y de lo que sufre con su Atleti. De pensar que esto de las finales se ha terminado, que el Atleti ha cerrado un ciclo.
Primera hora de la tarde del sábado. Gregorio Marañón. Empieza a oler a derbi. Trasbordo con línea 7. Empiezo a sentir el rugido del Metropolitano. Se abrió la Grada Alta del Fondo Norte. El quejío de los aficionados se hace notar.
Vista desde las localidades del equipo visitante / Enrique González
La previa fue algo diferente. El ambiente que envolvía al Wanda era distinto. Un concierto en la explanada calentaba a la afición de cara al partido. Comenzaba la cuenta atrás y el estadio iba cogiendo color. Color de gran noche. Empezaba el derbi.
La grada madridista cantaba más fuerte que nunca. El juego empezaba bronco. El Atleti presionaba y el árbitro no castigaba esas acciones. Fue un intercambio de golpes, en el que al descanso, brillaba un empate sin goles.
El pesimismo se apoderaba de nosotros cuando Sergio Ramos no ingresaba en el terreno de juego. El capitán tenía roto el tabique nasal. No sólo no podía jugar el resto del derbi sino que, está casi descartado para viajar a Chipre. El balón hoy decidió que no quería entrar aunque el Real Madrid seguía intentándolo. A diez minutos del final, Varane apareció para salvar a su equipo. Salvó al Madrid de quedarse totalmente descolgado de la Liga. Antes de Navidad. En pleno mes de noviembre
Un comentario en “Uno de 900”